Miramos hacia el cielo buscando el sentido de nuestra existencia, y sólo vemos el resplandor de las estrellas….

     Pero, tal vez, un día, cansados de alzar la cabeza hacia lo alto en esa larga

búsqueda, la agacharemos y miraremos hacia el fondo de la tierra, hasta lo más profundo de donde pisan nuestros pies, hacia las mismas raíces que nos mantienen erguidos, y entonces, en nuestra búsqueda descubriremos, en apenas un instante, que todo se hallaba justamente ahí…

     Buscamos en lo alto, en lo más alejado del mundo, aquello que sólo hallaremos cuando descubramos las raíces que nos mantienen con vida, el origen de nuestros ancestros, de nuestra civilización, de la humanidad, el origen y raíz de nosotros mismos. Y, en ese instante, cuando sepamos ver, leer y escuchar esa comprensión que llega desde las mismas entrañas de la Tierra, desde nuestras mismas raíces, como reflejo automático a través de lo más profundo veremos las verdades del cielo, traspasaremos el simple fulgor de las estrellas para identificarnos a nosotros mismos como raza cósmica.

     Y veremos, habitando en ellas, a nuestros hermanos…