Estos últimos días, de repente salgo a la calle y veo las terrazas de los bares llenas, las tiendas, la gente pasea llenando las calles, y el ambiente es “casi” como el de “siempre”…
¡Pareciera que aquí no ha pasado nada!
Y sí que ha pasado, y mucho…
El mundo, literalmente, se detuvo, por unos instantes dentro de los grandes ciclos de los que nuestro tiempo se compone (en nuestra creación de tercera dimensión), el planeta resurgió, la voz de la tierra llamó a los suyos y todos salieron, como cuando una madre mira que no haya tráfico, ni gente ni peligro en la calle, y cuando la ve segura y vacía llama a sus hijos para que salgan a jugar tranquilos
Fue tan increíble…, y al tiempo tan esperado…
¡Qué anhelo del alma por vivir en equilibrio y respeto con toda la vida, en todas sus formas!
El tiempo se detuvo y obligó a todos (o casi) a dejar toda actividad e ir adentro, algo que muy pocos están dispuestos a hacer de modo voluntario
Pero el momento así lo pidió, lo exigió, porque no hay más tiempo verdaderamente para seguir igual, y el proceso comenzó… a lo grande
Y, como ocurre siempre en cualquier transformación, el dolor se mezcló con el amor y juntos permitieron la alquimia del fuego sagrado, que todo lo quema y transmuta
Son momentos a veces duros, a veces gozosos, pero siempre fructíferos y cargados, preñados de potencial infinito de crecimiento, de avance, de cambio, de transformación, más o menos consciente, y en este caso global
Nadie escapó al momento
Y aquí estamos, ahora, cuando parece que ya pronto levantan barreras, fronteras (ficticias) y restricciones, que internamente nos supone el desafío de ver qué tanto es cada uno capaz de mantener su conciencia, su integridad, su determinación sin necesitar de voces externas que lo “obliguen”
Han sido momentos de regresar al interior de cada uno de nosotros, y ahora se acerca el momento de sostener cada uno en su interior, una vez salgamos al exterior, aquello que hemos visto, que hemos comprendido, recuperado, vivido internamente, la claridad, la luz…
Es momento de sostener un mundo como el que queremos, no como el que nos hacen desde afuera, sino como el que todos queremos forjar, juntos, con amor y con intención, con esperanza y con determinación
Hemos vivido un tiempo que no se repetirá, pero posiblemente vendrán más, de modos distintos, sacudiendo y pidiendo a la raza humana que cambie, que despierte a lo mejor de sí mismo, que no olvide lo que es, que ofrezca lo mejor de sí, que lo peor ya lo hemos conocido y no nos gusta, no nos lleva a ningún lugar floreciente, más bien a un lugar desolador y vacío
No deseo dar fuerza a conspiraciones ni partidismos ni nada que me aparte de la única realidad que quiero vivir, la de la verdad que se encuentra dentro de cada uno de nosotros, lo demás no importa, porque siguiendo nuestra verdad, aquello que no sintoniza con ella cae, se deshace, deja de existir
A más corazones vibrando, con fuerza, esperanza, respeto y amor, más logros, más resultados, más vida, más sostenibilidad, más equilibrio, más sincronía, más fortaleza, más lo que el alma anhela desde lo profundo y que, por un regalo de tiempo, se le ha permitido recordar, aunque haya sido a través de cristales empañados de impotencia y dolor
No te falles a ti mismo, porque, recuerda, eres al único al que no puedes fallar
Llegamos a este planeta y del mismo modo nos iremos, todos, en uno u otro momento, y al único a quien deberemos dar explicaciones es a nuestro verdadero yo, a esa parte de la creación, de Dios, que habita en nosotros
Somos testigos y servidores del momento presente, tu compromiso es el mío y mi responsabilidad es la tuya, ya no hay más diferenciación
La vida nos espera, recordemos cómo protegerla,
Maite